Desde las prominentes montañas históricas de Gua Dun, Fujian en China emergen las hojas de Zheng Shan Xiao Zhong, un exquisito té rojo (té negro en occidente) que configura con dulzura y notas ahumadas la controversia de su propia historia.
Según nos contó Shunan Teng y Carolina Levy, ambas apasionadas conocedoras del mundo del té, a este té rojo le envuelve una historia sumamente particular. ¿Es acaso que el emblema de este té sea precisamente su devenir en el tiempo?

Anteriormente, cuando las plantaciones de té crecían en China, la aventura por encontrar nuevos hábitats para la Camellia Sinensis eran inimaginables hasta que uno de los precursores en esta diversificación: Robert Fortune, se encargó de encontrarle en India un nuevo espacio para crecer.
Uno de los varietales arrancados de China y llevado a Darjeeling, fue justamente el Varietal de Herencia: Xiao Zhong (hoja pequeña) el perteneciente a Zheng Shan Xiao Zhong, varietal que conforma el té rojo más antiguo del mundo que vería nacer en occidente al famoso: “Té Negro”.
La maestría del fuego ardiendo en hornos cubiertos, dentro de estructuras de bambú, son el principal atributo reflejado en el calor secuencial de cada infusión.
Una vez agregadas las hebras al gaiwan de caliente porcelana, abrimos nuestra conversación en una cercanía que nos resguarda del frío.
Este té proviene de uno de los terruños más fríos de China, cosechado en Tong Mu, una zona privilegiada por su rica vegetación que resguarda la vida ante la adversidad del tiempo. Las condiciones climáticas en las que convive este té le permiten preservar que la marchitez de sus hojas propicie una fermentación ahumada suave y profundamente penetrada, sin sobrepasar los matices dulces y florales característicos de este té rojo altamente sofisticado. Es entonces, como las brasas de humo representan ser para este té y, desde ahora para nosotros, el sutil abrazo que persevera nuestras vidas en una calma a nuestros corazones latientes.

Las notas dulces se acentúan pasando la segunda infusión donde el sabor resplandece para remontar aquel momento de exposición sobre camas de bambú envueltas de aromático humo a madera de encinos y pinos en brazas de fuego. Cada detalle en infusión enaltece el paso de estas hebras sometidas al calor que las lleva al incierto camino de la vida y la muerte.
La experiencia en boca es majestuosa, cada sorbo penetra nuestra memoria con sus cálidos vapores ahumados remontándonos a aquel espacio, desde cualquier lugar en la tierra, al que hemos llamado hogar.
El camino sobre el té conecta el lenguaje universal de nuestro servicio en un vínculo entre nosotros y el licor final de un Zheng Shan Xiao Zhong infundiendo en nuestras gargantas como un bálsamo de vibrante fuego.
Puede ser que el emblema primordial de este ancestral té rojo sea su exquisitez más allá de su recorrido histórico, pues el verdadero lenguaje converge en sus licores, las que nos conectan de maneras atemporales con el otro. Su trayectoria histórica ha comprometido la veracidad de estas hebras, pero para nuestra buena fortuna, los maestros siguen edificando con sabiduría y en cada proceso la dignidad de un té que nos vincula sorbo a sorbo.

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Reseña realizada por Ely Gaeta
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