Existen muchos caminos para dirigir el rumbo a las prominentes montañas Wuyishan, pero pocas de ellas se encausan a ser minuciosamente subterráneas como la misteriosa dirección que logra vislumbrarse con las hebras wulong roca de Bai Rui Xiang, uno de los 10 famosos sub-varietales menores que crecen en la provincia de Fujian, China.
Según nos contó Jerónimo en nuestra sesión mensual de Círculo de Té, la tradición de producir estas hebras de té consta de poco más de 100 años, algo que desde inicio nos habla del largo vínculo social que mantienen estas hebras con las delimitaciones naturales que, de forma gradual, son allegadas al terruño del Verdadero Acantilado.
Los aromas sobrevuelan de forma robusta el aire al primer encuentro con las hebras de Bai Rui Xiang, desde este otro hemisferio donde las hojas de té han llegado. Las prominentes montañas Wuyishan, las mismas que hoy, continúan siendo, un área natural protegida por la UNESCO desde 1987; se figuran imaginariamente entre los sorbos profundamente tostados y aromáticos a melocotones y ciruelos silvestres.
La calidez de la infusión envuelve la boca buscándose camino hacia un sendero misterioso que pronto ve sumergir su luz refractada, en nuestra jarra de la justicia, a una húmeda cueva que atraviesan las plantas relativamente altas buscándose camino al interior de las cordilleras rocosas en dirección al monte Wuyi.
Cada sorbo deja entrever su naturaleza que es de inicio basto, con ligeras notas agradables a pimienta negra e impetuosa floración tostada a frutos húmedos fermentados, cocinados al calor de rocas calientes. De alguna manera, la geografía nos permite hacer permisible un lenguaje que cobra sentido en el retrogusto profundo que, al ritmo de nuestra exhalación, sobresalta la presencia a un arbusto en floración, popularmente nombrado como “Daphne Blanca de Invierno”.
Son sus notas tostadas, mineralizadas y característicamente cocinadas, como las flores que algún día estuvieron armónicamente aledañas al fuego, las últimas en despedir el retrogusto en la garganta en este camino construido de rocas subterráneas.
Resulta curioso de pronto caer en cuenta de que la distancia se vuelve efímera cuando comienzas a infundir tus hebras de té, en donde tan solo un momento fugaz es suficiente para lavar las hojas y dar pie a espacios que la distancia vuelve idílicos y de pronto a través de un sorbo persigues el camino de una hoja.
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