Círculo de Té: Experiencia Bai Ye. - Soy Té

Círculo de Té: Experiencia Bai Ye.

11 de August, 2020Soy Té

Hace unos días, en el Circulo de Té compartimos un té de los que al probarlos inspiran a la poesía. Desde las montañas Fénix, en específico del pueblo natural Feng Xi, llegó un 白叶 Bai Ye (Hoja Blanca) seleccionado cuidadosamente por la experimentada Shunan de Tea Drunk.

El agua comenzaba a hervir. Mientras tanto, la sutileza de las hojas con sus primeros aromas se desenvolvía del empaque revelándonos su historia, como diciéndonos quién era. El aroma era sutil, apenas distinguible entre los pequeños huecos de su enrollada y muy apretada forma. Las notas a madera nos contaban sobre los árboles de los que venían, árboles maduros de entre 20 y 30 años. Hasta entonces, estas hojas seguían siendo la cosecha de esas tierras, por nosotros, desconocidas.

La delicadeza de este té nos advertía sus cuidados. El requisito de tener agua hirviendo era apenas el primer paso. Los siete gramos de té depositados en el Gaiwan estaban por despertarse. La primera infusión sucedía fugaz, apenas haciendo flotar las hojas por unos segundos. Bien dicen que nada es casualidad, y con este té todo parece cobrar sentido; los materiales de la arcilla y la porcelana guardan los vapores entre sus hojas, una vez decantada la primera infusión, como alguien resguardándose con una frazada en medio del frío.

Generalmente en China no se toman la primera infusión, especialmente si la están haciendo para alguien más, pues piensan que ofrecer sabores diluidos es grosero. Pero en el caso del Bai Ye, esta primera infusión es sumamente agradable y aromática.

Vertemos nuevamente las hojas moviéndose al flujo del chorro, despedían los vapores de una segunda infusión. Al estar oliendo la tapa a través del tiempo, la memoria se iba permeando de nuevos recuerdos. El momento imaginario tomaba dirección hacia las montañas Fénix, haciéndonos antes llegar a un campo de duraznos y manzanos. Los sabores en la boca nos hacían rememorarnos mordiendo una fruta jugosa por primera vez. Las hojas iban abriéndose de poco en poco mientras nos íbamos sumergiendo en una íntima conversación en medio de un momento profundo y silencioso. Quedaba más por contarnos.

 Aprendíamos del momento ilustrados por el mundo de las altas montañas en el que cada infusión nos invitaba a permanecer. Era el punto máximo en el que la naturaleza convergía con sus complejos detalles dándonos la bienvenida. La tercera infusión sucedía y el momento de este viaje se perfilaba a su esplendor. Los sabores iban cobijando más espacios en nuestra lengua haciendo a la boca salivar. Bai Ye, traducido como hoja blanca, describía la suave caída del rocío con su prominente sabor a duraznos mientras más nos perfilábamos en su geografía.

Infusionamos por cuarta vez. Las hojas navegaban con soltura entre los vapores del agua caliente para regalarnos nuevas fragancias, desprendiéndose poco a poco de sus enrollados bordes; las flores se integraron al paisaje con el suave sorbo de taninos impregnando las paredes de nuestra boca hasta sumergirse en el calor de la garganta.  Para el momento de la quinta infusión, el retrogusto prolongado resaltó la abundancia de su dulzor y frescura, una frescura que por un momento nos transformó en el último elemento del paisaje respirando en medio de una vegetación regada por gotas de madrugada.

 

Dice un viejo proverbio chino que “el tiempo es como el agua de un río: nada permanece, siempre es diferente” y si bien es cierto, las sensaciones que nos puede llegar a dar un té son diferenciadas por las sensaciones que cada uno tiene asociadas en la memoria, también es cierto que existen comunes que nos llevan a estas nuevas tierras, las tierras trabajadas por manos pueblerinas que terminaron por ser el valor completo de un maravilloso sorbo. La materia de la naturaleza se encuentra ahí, mezclando sus elementos, pero ¿de qué otra manera llegaría hasta nosotros si no hubiera manos que intervinieran la inmortalidad del sabor en estas hojas traducidas por el desvelo de un trabajo arduo?

Sin lugar a dudas, el Bai Ye de Feng Xi inmortalizó con sus sabores nuestra memoria hasta una próxima conversación a sorbos.

Si aún no eres miembro de este círculo de té, pero te gustaría serlo, este es el momento. Las inscripciones para los tés del mes de agosto están abiertas. ¡Inscríbete!

Reseña por Ely Gaeta

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