Existen algunos mitos acerca del té blanco que han distado de acercarse a la verdadera naturaleza de sus brotes y hojas. Uno de ellos, afirma que cuando hablamos de té blanco en realidad nos referimos al té más delicado y liviano de todos, pero ¿Por qué se afirma esto?
En nuestra sesión grupal al Círculo de Té, abordamos este mito probando el grado más alto de té blanco: Bai Hao Yin Zhen cosecha temprana, 2021. En clase con Shunan Teng y Carolina Levy, esclarecimos este y otros tantos mitos que desenfocan el gran hallazgo de su naturaleza y opacan, ante cualquier teoría, la propia voz del té pronunciándose ante nosotros en el acto simple de un vertido.
Apreciar Bai Hao Yin Zhen desde sus tiernos y alargados brotes aterciopelados, nos permite disfrutar del platinado tono de sus incontables bellos, delicadamente expuestos en el envés de cada hoja. Sus magníficos tonos verde olivo, dejan entre ver su ternura semi circular expuesta a simple vista ante nosotros, mientras al tacto, puede percibirse su jugoso centro.
Bai Hao Yin Zhen se traduce como “Agujas plateadas” que hacen buen ejemplo de su hermosa apariencia y referencian aquel tiempo en el que Dian Tou, Fu Ding comenzaba con el procesamiento autóctono de una variedad de té hasta 1796 desconocida: el asombroso hallazgo del té blanco.
Como flores meciéndose en la corriente del agua, la vellosidad de las hojas de Bai Hao Yin Zhen, suspenden los brotes en la superficie del gaiwan, dejando una refrescante fragancia a flores de melón dulce. Conforme las hojas se mojan, se va figurando una imagen que parece ser la escena de un brillante manantial refractando el reflejo de los rayos del sol al llegar a su punto más profundo.
Desde luego que no se trata de un té delicado en el sentido de preparación, pues, es más bien un té resistente al calor que sabe destacar en estas condiciones.
La vellosidad de las hojas se esparce en el agua, mientras lentamente se infunden las fragancias y sabores más exquisitos. Su tonalidad brillante florece en un momento en el que es difícil dejar de imaginar el navío de luz solar inmiscuyéndose en las corrientes de agua al flujo de un primer vertido, que se expande con un aroma a heno fresco.
La sensación, armónicamente nos sitúa en un entorno de algodones y mieles donde la salivación va inundando la percepción de un espacio en el que abunda la luz del día, en el que se pueden oler las hojas de té frescas secándose al sol y refrescándose, al mismo tiempo, ante el viento; sin duda la minuciosa tarea fundamental para el agricultor quien se dedica a observar las hojas entre 60 y 72 horas en su esfuerzo por monitorear el éxito de un marchitado tan dependiente del clima.
Su sabor es radiante y configura una semblanza suave de complejidad que cosquillea en la boca tan pronto como se expande la infusión de té sobre la lengua. Podríamos decir que, se trata de una sensación picante que regocija los sentidos conforme más airean los suspiros en nuestro interior, viendo erigir el nacimiento de placenteros pastizales.
Este surgimiento de vida configura el epíteto que expone la maravillosa cualidad de contener la esencia de un rayo del día para siempre, pues es esa memoria sensorial el motivo más simple de aproximación al indiscutible hecho a sus más de 220 años de historia indiscutible.
Escatima entre mitos y comienza a disfrutar del té en su máxima expresión reuniéndote en la degustación de tés extraordinarios acompañado de grandes profesionales. Inscríbete a las sesiones mensuales de Círculo de Té.
Reseña por Ely Gaeta
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