En la región de Jiaoshuikeng, ubicada en la cordillera de las montañas Fénix, hay un bosque denso y neblinoso, pletórico de árboles antiguos. Entre ellos están los árboles de té de los que se obtiene el varietal Fragancia de Orquídea de Miel, conocido por sus tés wulong de gran calidad, que llevan en sí todo el carácter mineral del clima frío y la codiciada edad de los árboles que los vieron nacer.
No es gratuito que los habitantes de la ciudad de Chaozhou tengan un dicho según el cual quien elabora los tés de esta zona no son las personas dedicadas a su procesamiento, sino la naturaleza misma. Algunas de esas hojas, sin embargo, no seguirán el curso común para convertirse en wulongs, sino que partirán, como en una misión secreta, por el camino del té rojo.
Basta ver las hojas secas, largas y brillantes, para darse cuenta de que se trata de un té polizón, infiltrado entre la producción de los wulongs con los que compartió su infancia y, al igual que estos, se siente más cómodo en gaiwán que en otros métodos de preparación. Al agitar las hojas dentro se desprenden notas frutales, pero no los típicos orejones y pasas de algunos otros tés rojos, sino más cercanas al lichi o al maracuyá.
La primera infusión, más bien tímida, nos deja ver sin embargo una particularidad: un color ambarino claro que nuevamente parece renegar de la categoría de rojo: un descubrimiento irónico, puesto que los wulongs del mismo varietal son bastante más oscuros, debido al proceso de triple tostado al que se los somete.
No obstante, es en la segunda infusión donde el té comienza a desplegar su personalidad. Según Annie Chen, directora de Teaphile y quien se ha encargado de distribuir el varietal, entre los productores se es conocimiento compartido que los tés de la región deben cumplir con cuatro características.
En primer lugar, deben ser dulces, y este no es la excepción: está a la altura de la miel que lleva en el nombre. En segundo lugar, deben ser suaves, si bien —aclara Chen— en la traducción al inglés y al español se pierde un componente semántico de esa suavidad, que no es delicada sino voluminosa, una suavidad exhuberante. La tercera característica es la fragancia, en este caso llena de flores de orquídea. La cuarta, por último, es el carisma, aunque también en este caso la palabra china guarda un secreto, pues entre los componentes del caracter que nombra el concepto se encuentra cierta referencia musical al ritmo, como si el té tuviera oídos, como si repartiera deliberada y equitativamente las otras tres características en la boca, lo que se traduce en una textura palpable.
La experiencia del té rojo Fragancia de Orquídea de Miel es la de beber un té con cuerpo de rojo y con alma de wulong; incluso hacia el final, nos recuerda su estirpe con una sequedad en boca típica de la mineralidad de los wulongs fénix. Es un recordatorio de que el té, como las personas, es mejor cuando es capaz de reconocer e incorporar con armonía la influencia de su entorno.
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Adrián Chávez.
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