Desde tiempos remotos el Pu er ha sido la perfecta relación del tiempo con la vida, desde su antigua transportación en dromedarios y caballos, hasta buques y lo que actualmente conoceríamos como paquetería. El hecho es que, lo que comenzaría como un té verde, hoy es la perfecta configuración de la vida que habita en cada hebra de té encapsulada en un mismo espacio a un mismo tiempo: los microorganismos.
Entre las extensas categorías del té, ninguno puede igualarse a beber un delicioso Shou Pu. Nos referimos al té Pu er, que dentro de sus dos tipos: Sheng Pu (Pu er crudo) y Shou Pu (Pu er cocido), más que representar, hoy en día, una tendencia, es más bien, una puerta de bienvenida que nos invita a reconocer en cada taza el gran misticismo, debate e historia que envuelven sus hebras. Cuando nos abrimos a la oportunidad de reconocer este diálogo que el té Pu er nos ofrece desde todos sus ángulos, ya no solo justificamos tomar té por sus beneficios, sino también por sus múltiples aspectos que dan significado a su origen.
Sin embargo, hablando particularmente del Shou Pu, la interacción microbiana es tan fundamental como beneficiosa a nuestra salud y se consigue con la hábil destreza de un buen wok lo suficientemente caliente para freír las hojas sin eliminar completamente las "enzimas" que mantienen aún en vida a cada hoja.
Sumamente interesante, ¿no lo crees?
Esta forma de vida tan pequeña, casi invisible a nuestros ojos, por mucho es el factor responsable de mantener al Shou Pu vivo aún en nuestro organismo, con bacterias beneficiosas para el buen metabolismo. Sin embargo, el hecho de que la vida ocurre de formas casi imperceptibles, le otorga a todo esto, un toque poético a la nimiedad del tiempo, incluso al momento de prepararlo en gaiwan.
Sí pudiste acompañar la clase de nuestro Círculo de Té con las expertas Shunan Teng y Carolina Levy, seguramente sabrás que el valor de un buen Pu er cocido no está determinado necesariamente por su tiempo de envejecimiento, sino meramente por la ubicación de su terruño y por supuesto su procesamiento. La provincia de Yunnan, la cuna del Pu er, una privilegiada zona natural del suroeste de China en donde todo retoño pareciera surgir de entre la nada para ser, como símbolo fiel, muestra de abundante longevidad de la tierra y su espacio.
Dada la naturaleza de su pesado procesamiento, la hoja del Shou Pu postfermentado se adormece de manera parcial, pues, un dato interesante que nos contaron Carolina y Shunan, es que, aun en el resultado final, sus hebras continúan descomponiéndose naturalmente con el paso del tiempo.
Hasta este punto, la gran pregunta es, ¿esto hace del Shou Pu un elemento vivo?
En innumerables casos hemos sido testigos de las consecuencias de la vida en cada momento que transcurre frente a nosotros: hemos visto árboles crecer entre hojarascas húmedas, troncos secos casi muertos siendo abrazados por el musgo, incluso, bellos caudales de agua que por su perseverancia, abren caminos entre rocas y tumultos de tierras frondosas funcionando como hermosos follajes para evidenciar la vida que, existe y ocurre de formas abstractas y silenciosas.
Si pudiésemos ejemplificar lo dicho anteriormente, sin lugar a duda, hablamos del té, en específico del varietal Qun Ti Da Ye Zhong (hoja grande de reliquia), hablaríamos de Yunnan y sus matices a sabores dulces y cuerpos completamente suaves con rastros terrosos en la lengua para elevar la experiencia de pensar el surgimiento de la vida desde su origen más interno: el manifiesto microbiano desde la tierra.
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Reseña escrita por Ely Gaeta
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