La llegada del invierno puede generar una palpable nostalgia en comparativa al resto de las estaciones, representando motivo más para relacionarnos con el té de manera personal en ambientes diferentes.
En nuestras sesiones grupales en Círculos de Té anteriores, hemos tenido la oportunidad de explorar la diversidad de los tés Wulong a través de sabores realmente sorprendentes, pero, cabía hacer una excepción para la emisión invernal de este año, en donde pensar en la “coincidencia de té perfecta” es pensar en Jin Mu Dan, un Yan Cha naturalmente fragante de belleza rotundamente inigualable que realmente es un paraje atemporal de vida suspendida en el aire.
Cada vez que Wuyishan se encapsula en un gaiwan es placentero ver las hebras a través de las paredes formando las figuras de sus montes, acantilados y corrientes en un paisaje encapsulando previamente la vida que disponemos a despertar con un chorro de agua caliente. Este gran indicio de realidad, nos invita detenidamente a observar esos matices de hojas secas que crujen entre sí reflejando su absorción de luz en tonalidades marrones hipnotizantes que se sumergen en su suave capa platinada de taninos al primer chorro de agua.
El movimiento recrea nuestra nostalgia por un presente que se diluye con el agua entre suaves fragancias prominentes a primavera 2020. Una floración madura de rosales sostenidos sobre gruesos tallos meciéndose al interior de un suspiro.
Las hojas del Verdadero Acantilado no demoran en expandirse, en tan solo una infusión fugaz van aligerando la presión con las que fueron hábilmente enrolladas al vapor. De principio a fin, su sabor largo texturiza nuestra boca en una sensación tostada que humecta nuestra lengua y suspende su paso en nuestro aliento invitándonos a beber un poco más.
Entre la tercera y segunda infusión su brillo resplandece, dejando ver los detalles de sus hojas enteras expuestas a la coloración de una parcial oxidación que mineraliza nuestro gusto y perpetua la imagen de su evolución. Cada detalle se entrelaza en una historia narrada por los singulares sentidos que arropan este momento.
Invierno que reposa en el follaje la floración de una fragante peonía.
Otoño que mece los pétalos anunciando su nuevo ciclo en las copas.
Verano que penetra en luz los tallos que sostienen la raíz.
Primavera que esparce cálida el arrullo de una corriente dispuesta a surgir entre las rocas.
De pronto el gaiwan pareciera ser la esfera en donde el vapor deshiela el invierno y regresivamente acontecen las cuatro estaciones hasta llegar a la dorada floración de las peonías chinas que, en un sinónimo de elegancia, exponen sus pétalos a la luz del sol entre la flora de una exorbitante vegetación dorada fragante y valiosa entre las rocas de Fujian.
¿Qué nueva sorpresa augurará nuestro siguiente ciclo de Círculo de Té? Averígüenoslo juntos y aprende sobre el té bebiendo tazas lado a lado con nuestros apasionados expertos.
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